Tiende la
cama. Tiéndela y piénsala mientras lo haces ¿Cómo es que olía anoche después
del Bourbon? ¿Cuántas escaleras logró subir sin ayuda? ¿Cuántas veces te
preguntó tu nombre?
Nómbrala entre susurros y rugidos, tiéndela
sobre la cama. La tuya. La de ella. La del motel y las que inventaron en la
sala también; vívela, siempre y cuando las sábanas estén desordenadas sólo al
acabar (la).
Acábala en
un dos por tres, pero no acabes en 6, recuerda siempre que lo que acaba en 6 es
malo como las camas destendidas al empezar. Así que, con tu acento extranjero y
pasos de jazz, tiéndela en la cama y con delicadeza búscale (o
dale) la vuelta.
Vuelve
cuando sientas que se te va y piensa lo hermosa que se ve al natural, quítale
los aretes con la lengua (todos los que tenga), dile que no tiene permiso y
tiéndela sobre la cama, con las almohadas alrededor para que tenga qué m...
para que tenga donde reposarse mientras todo funciona.
Pero si no
funciona, si se niega y todo sale mal; entonces es hora de ser muy malo y
destender la cama, de tirar (la) las sábanas al suelo y no acabar
(la) sino luego de 66 mas, tal vez 3 (recuerda que la medida del tiempo es
subjetiva, como todo, mi querido Watson). Usa tu lengua para todo menos para
quitarle los zarcillos y dale permiso para morder.
Después de
todo, tiéndanse sobre la cama, mañana hay que (des) tender de nuevo las sábanas.