miércoles, 4 de diciembre de 2013

Respira profundo por última vez



"Siempre es lo mismo", pensó. "No hay forma fácil de solucionar nada (¿o sí?). Esta maldita vida no sirve, ¿Que hice yo para ganarme algo que no siento necesitar? ¿Cómo se cambia de humor tan drásticamente? ¿Será que estoy destinada a la desdicha?" Ella es una de esas locas paranoicas que desde que se desarrollan empiezan a buscar en el horóscopo cuando se van a casar, de esas que sospechan que todo el mundo se les va  a morir primero porque están destinadas a sufrir más que los demás.

Vive guindada de una mata, se le enredaba el cabello negro en las ramas de la de mango, la única que queda viva en la casa. Un cuchitril de mil paredes, rancho por su carácter de abandono mas que por el de su carencia de grandeza. Unos muebles polvorientos y desordenados que ordenaban la sala y un pasillo que daba a un patio, unos pasos más al fondo y allí duerme ella. No ha cumplido todavía los 20, pero ya tienen varias marcas en la cara, y otras en las muñecas. Heridas de una guerra que soñaba cada noche; "salen mutantes de altas piramides, armados con lanzas y flechas. Tienen cabeza de perro y cuerpo de hombre, en el antiguo Egipto combaten contra sombras, y aunque ambos se vean amenzantes, los unicos con armas sonlos guerreros, ella es la propia sombra".

Absolutamente todo lo que nos ocurre tiene un sentido, dicen siempre mientras la jamaquean, se grita de un lado a otro un "coño, ¿Por qué no hablas y dices que te pasa?"

Pasan las conversaciones que tenía consigo misma sobre como seria mejor morir. En algo estaba clara, lo mejor era morir de primera, sin ver el sufrimiento de que otros fallezcan ante tus ojos, sin continuar con el martirio de a donde ir y como es mejor vivir, ¿Cómo servir?
Pasan los recuerdos de un pasado detonante inmediato, la pelea, la incompresión, el malentendido de un martirio.
Pasa las horas observando cuchillos, cuerdas, hojillas.
Pasa el sueño riéndose de la noche y se acuesta en el día.
Hay cosas hermosas por las que vale la pena vivir, familia y los buenos momentos que han pasado. Pero como dijo una vez un venezolano, el vértigo no te da miedo a caerte sino ganas de lanzarte.

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