domingo, 29 de noviembre de 2015

La ninfa monstruo

PARTE II (Parte I abajo)
Publicado en https://revistaliterariasinapsis.wordpress.com/ediciones/edicion-8-seducidos-por-el-terror/


Un martes, tuve mi cuarta cita formal con Alessandra, al llevarla a su departamento, no subí con ella como de costumbre puesto que tenía que terminar algunas cosas del trabajo para el día siguiente; así que nos despedimos rápidamente, a pesar de sus malas caras y me fui a casa, bajo el diluvio del siglo a pesar de que estábamos a la mitad del mes de Mayo. Al llegar a la entrada, noté que la cerradura estaba ya abierta, entré callado, intentando no hacer ruido al mover la puerta. Chirrió pese a mis intentos. Caminé hacia el interruptor pero las luces no encendieron. Supuse que se había cortado la electricidad, tal vez a causa de algún trueno. Busqué unas velas en la cocina y me hice un sándwich a falta del microondas para calentar la comida que había dejado mi hermana en la nevera en caso de que “extrañara un día la comida de mamá”.

Fui a la sala, cené y encendí mi laptop, rogando que las tres horas de batería que le quedaban me sirviesen para algo. Empecé a llenar formularios, leyendo mis anotaciones románticamente bajo la luz de las velas, cuando una de estas se apagó. Podría jurar haber escuchado un silbido, pero no había habido ningún tipo de brisa que lo pudiese haber causado. Tomé otra de las velas y encendí la que previamente se había apagado. Continué trabajando.

Quince minutos después escuché el timbre, a pesar de no haber electricidad – ha de ser mi imaginación  - pensé, continué trabajando. En ese instante volvió la luz y sonó de nuevo el timbre; me levanté y camine hacia la entrada, miré por el ojo de la puerta y no había nadie. Las luces fallaron fraccionadamente por unos minutos. Volví a mi asiento, enchufé mi laptop que no tenía mucho más de media carga y en ese instante las luces se apagaron por completo abruptamente, causando un corto en el cable de carga, fue entonces cuando escuché un ruido en mi habitación, algo cayendo al suelo, corrí y al abrir la puerta del cuarto allí estaba ella, Aless, desnuda bajo la luz de una luna oculta por nubes tormentosas.

- No puedo creer que me hayas dejado así, sabiendo tú que no puedo saciarme si te vas. – me dijo.
- ¿Qué haces aquí? ¿viniste  bajo toda esta lluvia? ¿estás loca? – corrí a abrazarla porque a pesar de todo, yo también había quedado insatisfecho esa noche y no había dejado de pensar en su cuerpo caliente rozando descontrolado contra el mío. Pero al tocarla estaba helada y mojada. - ¡Dios! Aless, estás empapada, puedes enfermarte.
- Yo sé, fue la lluvia, pero… no podía dejar de pensar en ti. – Dijo mordiendo sus labios.

Bajo su mano por mi abdomen, mojando mi camisa y mis pantalones, me sujetó fuerte allí abajo y me miró a los ojos fijamente, pero irónicamente no con lujuria, parecía molesta. Intenté sujetarla para besarla y me empujó lejos de ella.

- Quiero que juguemos algo, amor. – dijo.
- Pero, cielo, ando con las cosas del trabajo y… - le dije
- Me jaló de la corbata con agresividad y dijo: -  dije que quiero jugar contigo, nunca te he amarrado a la cama ¿cierto? – Me dejé llevar porque no era necesario molestarla esta vez, podía sentir su cuerpo expeliendo feromonas por toda la habitación. Me dejé amarrar con nudos de marinero a la cabecera de hierro de mi alcoba y lamía sus senos mientras se inclinaba para atarme.

Una vez que me tuvo abierto completamente y sin posibilidades de moverme, se aproximó a la cama, desde mis pies y cuando alzó la mirada, sus ojos estaban completamente negros, me turbé y en seguida volvieron a su estado natural, ella no pareció percatarse de nada, así que supuse había sido la falta de luz. Siguió acercándose hasta mí y comienzo a lamer mi sexo de arriba abajo, su lengua se sentía mucho más puntiaguda de lo normal pero divina de todos modos. Entraba y salía de su boca como la chupeta de una niña de seis, al tomar aire me gritaba que le dijera si me estaba gustando y volvía a sumergirse en mí. Levantó su cabeza y se sentó de frente a mí con las piernas abiertas. Fue entonces cuando pude claramente ver sus ojos, eran tan negros como una noche sin estrellas y me dijo:

- ¿Tú crees, Sebastián, que un ser humano que no puede saciarse nunca sexualmente, puede ser realmente humano? – yo estaba en trance, no podía creer lo que estaba viendo. Entonces continuó su monologo. - ¿Crees que soy de este mundo?

Su piel se tornó más oscura y sus uñas crecieron hasta llegar a tener al menos 7 centímetros cada una, sacó su lengua y era, definitivamente puntiaguda como la cola de una serpiente y dentro de su boca parecía haber lava como en el fondo de un volcán a punto de hacer erupción. Se levantó de la cama y chupó sus uñas una por una. Se llevó una hasta la punta entre su barbilla y el cuello y la hundió en su piel, cortándose y siguió bajándola como si esto no le causase ningún dolor, mientras que su piel chorreada litros de sangre quede sus arterias. - ¡Para! – Le grité, pero ella ya no estaba allí. Dejó su piel en el suelo y lo que quedó parecía estar cubierto en algas, con un escamoso y tieso cuerpo bajo estas. Se abalanzó sobre mí. Y con su rostro de monstruo frente al mío, sonrió, mostrando unos dientes más puntiagudos de lo que serían los colmillos de un vampiro, giró su cuello 180 grados sin mover su cuerpo, se inclinó y sentí como un dolor caliente corría por mi entrepierna, luego sentí que eso caliente era líquido, pensé que moriría del dolor, casi desmayaba cuando ella se irguió nuevamente y giro su cabeza de vuelta a su lugar, vi entonces porqué tenía tanto dolor, entre sus dientes puntiagudos y sonrientes yacía, muerto y flácido, mi pene. Se rio con todas sus fuerzas y el estremecimiento de la burla me ayudó a desmayarme al fin y al cabo.

Desperté en mi habitación, con las nubes aún nubladas. Mi alarma decía que era martes. No sentía dolor, así que revisé bajo las sábana, y allí estaba, mi mejor amigo intacto e irónicamente con una gran erección matutina a pesar de haber tenido semejante pesadilla. Pero en fin, supongo que estas son el tipo de cosas con las que puede soñar un hombre cuando su novia es una ninfómana.

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